Noche furtiva

Sabes Satoru, el corazón de los humanos es cambiante y sinuoso como el andar de una serpiente. A veces está más enrollado y a veces es como una línea pero nunca es del todo igual. 

Ese día era como los otros en los que esperaba que visitaras mis aposentos pese a estar alejados, no podíamos vivir tan lejos el uno del otro, nadie sabía que muchas de tus misiones terminaban en mi cama, en una cabaña alejada donde no éramos enemigos los unos de los otros. 

Verte llegar y asomarte por la puerta como si se tratara de tu casa era algo que me llena el alma de miles de formas que espero no decir, pero que en un punto sé que conoces. Casi nunca cruzamos muchas palabras porque eso significa cuestionarnos esto, pero cruzo la habitación directo a tus labios y el beso se vuelve apasionado de golpe, es como sino quisieras soltarme y nos vamos a la cama con una imprudencia digna de adolescentes. Quiero tenerte tanto que al sacarte la ropa siempre terminamos casi golpeandonos solo de brutos. Olvido unos segundos que todo esto es solo un desliz en lo que sé que pasará y en lo que espero que suceda algún día, pero por ahora quiero que me mates a besos y me permitas entrar en ti hasta que la voz la silencien los quejidos de pasión.

Me miras con tus ojos azules ya sin la venda y no puedo más que imaginar el infinito ante mis ojos. Mis manos recorren tu cuerpo, mi boca juega con tus pezones y tu jalas de mi cabello. Cuando bajo lo suficiente para deleitarme con el sabor de tu sexo tu mirada es como de una ansiedad y líbido difícil de explicar, como si esas piscinas llegaran a hundirme. El jadeo que sale de tus labios cuando paso mi lengua desde la base a la punta bien podría ser todo lo que necesito para llegar a mi climax, pero no me dependo, quiero sentir tu sabor en mi boca, me es placer sentir como ondula tu cuerpo y es por eso que empiezo a hurgar en ti para poder entrar, para poder darte lo que quieres.

Tus caderas ondulan al ritmo que les he impuesto y no sabes lo mucho que me excita saberte disfrutando bajo mis manos, pero no puedo más y entro en ti, con fuerza, quizás demasiada porque te quejas, pero adoro la presión y el dolor que se produce cuando me dejas profanarte de esta manera insana y perversa. No puedo detener mis embestidas en tus caderas y el sonido de nuestros cuerpos chocando inunda el ambiente como si se tratara de un torrente de agua.

- Más....dame más - Y esas palabras salir de tu boca me hace enloquecer el ritmo, buscando de manera premeditada el orgasmo. Siento en las paredes de tus entrañas que también lo buscas y trato de llegar a ese lugar dentro de ti que te embriaga de placer.

Cuando nos ciega el orgasmo, se detienen los cuerpos, salgo de ti y ensuciamos las sabanas nos quedamos dormidos casi sin mediar palabras más que un "Te amo" que no puedo negarle a mis labios. Pero el amanecer llega y aún duermes, procuro no hacer ruido mientras me visto para irme primero, sé que derramas una lágrima por mi cuando me voy, y no puedo verlo, si no flaquearan mis metas.

Te doy un beso en la mejilla a modo de despedida, y sin saber si estas despierto invoco mi maldición y salgo del lugar. Vendré después a ordenar el lugar y lavar las sábanas que son mero recuerdo de nuestros encuentros furtivos.


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