Teseo y Agora (Pirítoo)

- One-shot sin matices reales, solo usé los personajes porque estaba metida en unos asuntos griegos y porque estaba empachada con el nombre Teseo - 



No puedo rememorar de manera explicita la primera vez que Teseo amo mi cuerpo, pero puedo decir que eso era mi anhelo desde la primera vez que lo vi.

El cuerpo de un semi-dios puede ser algo indescriptible, la piel suave, los músculos fibrosos, los dedos algo callosos de tanto usar la espada, los labios rosados, su cabello ligeramente ondulados. Teseo era mi sueño incumplido. Lo veía desde lo lejos, ayudando con sus armas, sabiendo que jamás voltearía a mirarme. Era un escudero, entregado a nuestros dioses.

Pedía a Atenea cada día, que sino podía tenerlo, por lo menos me permitiera estar a su lado, ayudarle...serle útil. Aprendí de venenos, aprendí de plantas, aprendí de medicina. Lo único que no podía hacer era entrenar en armas, no me consideraban con la estructura física, o al menos eso me dijo el mismo Teseo cuando le pregunte el por qué.

Ese día por el actuar de un chico que siempre fanfarroneaba con las armas, resulté con un corte en el brazo. Nada grave, pero lo suficientemente profundo para estar en reposo. Lo vi entrar a la habitación.

- Qué haces en este lugar? -

- Tengo que hacer reposo, así que vine aquí, señor -

Mis manos empezaron a jugar entre sí, pese a que nos conocemos desde pequeños, nunca he sentido una gran deferencia hacia mí. Aunque algunas de las criadas hablaban que Teseo tenía muchas consideraciones conmigo.

- Vendrás a mi cuarto - Me dijo mientras me tendía la mano - Y no me digas señor, cuantas veces te lo he dicho, Agora -

"Agora". Extrañamente en su boca mi nombre no sonaba a burla. Mi padre había dicho que la misma Atenea le había pedido ponerme ese nombre, mi verdadero nombre vendría después, y el nombre que me daba Atenea se vería olvidado. Muchas veces había tenido que soportar comentarios como "Cuando te desposaran, Agora?" ó "Con quién esperas mantener nupcias?". Esas preguntas me hacían enrojecer de rabia, pero en la actualidad, visitaban mi mente en noches intranquilas en que mis manos se desplazaban al sur de mi cuerpo y mis labios decían su nombre sin emitir sonido alguno.

- No puedo - Suspiré - Sabes que eso podría traerte problemas -

Pese a que Teseo no había estado con mujer alguna desde que lo conocía, cosa extraña tomando en cuenta que otros a los trece años ya se habían hecho de alguna esclava. Teseo me había pedido muchas veces que me fuera a su cuarto, pero yo temía las especulaciones que se harían sobre el próximo rey.

Teseo había hablado con Atenea ya que yo la adoraba, para mi, ella era mi devoción, y ella era la que personalmente había dado su bendición a que yo fuera un mano derecha. Poseidon personalmente había aprobado mis conocimientos que le servirían en la guerra, pero seguía empecinado en no irme a su seno.

- No voy a escuchar replicas ahora - Musito, tendiéndome una mano para levantarme. Sus ojos eran dos estrellas en el cielo y su sonrisa me ponía en blanco.

Me dirigí a su cuarto. No habían dos camas. Había una sola que estaba abierta, esperandome.

- Pero... - Cerró la puerta tras de sí. y se me quedo mirando.

Tan solo sus ojos azules en mi cuerpo me hizo sentir más desnudo que un bebé recién nacido. Yo amaba cada centímetro de su cuerpo. Yo solo le necesitaba. El avanzó  hacia a mi.

- Teseo...y sí... -

- Estoy cansado de tener miedo. Lo sabes hace mucho, verdad? -

Cuando se acercó mas a mi, lo entendí del todo. Sus manos sobre mi piel, esa aspereza sobre mis hombros, su rostro poco a poco hacía mi.

- Voy a besarte - Musito con su aliento sobre mis labios. Ya era de él antes de que lo dijera.

Los brazos atados a su cuello como los suyos a mis caderas, cernidos como fustas de caballo, firmes, abarcando lo más posible. El aire era solo el aliento de mi amante, no me importaba morir en sus besos ni sangrar en sus fauces mientras me mordía los labios delgados. No fui muy consciente cuando sus brazos me tomaron de los muslos y me alzaron, pero sí fui consciente de la dureza de su pasión entre mis nalgas y sé que el percibió la mía, que sin ningún ápice de vergüenza en estar recostándose en el vientre duro de mi querido Teseo.

Mi pobre túnica para dormir desprovista de  algo que cubriera la línea del ecuador de mi cuerpo era un fastidio a la hora de rozarme con su cuerpo.

- Mi brazo - El jadeo me hizo sentir desconectado, ajeno a mi propia voz, pero él, con una dulzura que me enamoraba, bajo mi cuerpo para que se sostuviera por si mismo y con la misma delicadeza me despojó de lo único que me quedaba de ropa y me deposito en el lecho.

Esa noche iba a entregarle mi cuerpo al completo, pero no pude. Por Atenea que lo deseaba, pero no en esas condiciones. Afrodita nos dejo beber del placer de ambos y las manos de Teseo uniendo nuestras carnes llevo nuestras pasiones al orgasmo, bañándonos los vientres y dándonos un reposo esperado.

- Sabes que sino quieres, esto es para mi el Olímpo - El dorso de la mano por mi mejilla era como el beso de una flor.

- No es eso, mi sol - Susurré, era primera vez que le llamaba como había deseado llamarlo durante tantos sueños. A lo que sus ojos me miraron gratamente sorprendido. Me beso la frente y espero la explicación que le debía - Lo que pasa es que...quiero preparar mi cuerpo para que sea digno de tus carnes -

- Tu cuerpo es digno de mi desde que te has convertido en la luna de mis noches y las estrellas que guían mi camino - Las caricias sobre mi cabello tranquilizaban un poco mi alocado corazón.

- Por favor, confía en mi...una noche más de espera -

- Si puedo dormir con el calor de tu cuerpo a mi lado, puedo esperar mil noches...pero no vuelvas a tu habitación. Eres mi amante mucho antes de que yo te besara y lo sabes -

- Teseo...por favor, sabes que espero que un día desposes a una esposa -

Vi refulgir su frustración, pese a que estaba de acuerdo que tarde o más bien, temprano, debería hacerlo.

- Un día raptaré una diosa y le haré un hijo, pero seguiré pensando en ese hijo como si fuera nuestro, mi luna - Los besos cálidos en mi rostro y mi boca silenciaron cualquier queja - No es la carne o el matrimonio lo que limita el amor. El amor es saber que prefiero la ira de todos los dioses o sufrir como sufrió Prometeo, antes de tener que dejar de amarte -

- No - Me crispe de miedo y le abrace - Jamás quisiera que pases por lo que pasó Prometeo, amor mio, rogaría con mi alma a los dioses porque no te hicieran eso...solo tenerte aquí es una bendición -

- Soportaras el verme casado y saber que contraeré nupcias con una mujer? -

- Y tu soportaras eso en mi? -

- Siempre y cuando todo tu cuerpo me pertenezca a mi antes que a ninguna mujer -

Sonreí - Lo será, hoy y siempre -

- Entonces lo soportarás..? - Musito succionando un poco de mi piel en mi hombro, dejando una marca.

- Si debo elegir entre compartirte o perderte...he de elegir lo primero, siempre y cuando yo me quede con tu corazón hasta la próxima vida o el hades, lo que llegue primero -  Me abrace a su cuerpo, satisfecho, antes de que Morfeo nos consumiera en su mundo de ilusión, en el que yo y Teseo podíamos ser amantes y no mortificarnos por sus hazañas heroicas.

En realidad no recuerdo mucho del día anterior, solo que me fugue de toda alma reinante y me fui al bosque a orarle a Atenea, a que me guiará y una ninfa fue la enviada a instruirme sobre como preparar mi cuerpo. Primero me dio una hoja de una planta que hizo que entre arcadas y desahogos vaciara cada alimento e impureza que tuviera mi cuerpo. Vacío.

Lavó mi cuerpo con ungüento de flores natural, por dentro y por fuera, dejando cada poro de mi piel con la fragancia y la limpieza que Apolo hubiera encontrado admirable. Mi cabello estaba sedoso, pero antes de terminar, ella me dijo que tenía prohibido beber nada más que agua. El sol estaba casi por ocultarse. Cuando volví a palacio, hice lo posible porque nadie me notara, excepto él. Como felino en asecho, se acercó a olerme, provocando en mi cuerpo despertar el calor del deseo.

- Después de cenar, te esperaré en nuestro lecho - Le susurré en la corta distancia y note su mirar como el de un feroz tigre.


- Haré que todas las habitaciones alrededor de la mía estén vacías, no quiero tener que pensar en silenciar tu voz -

La espera me mataba, y estaba tentado a darme placer pensando en mi amante. Resistí. Cuando sentí la gente salir de sus aposentos, advertidos que Teseo necesitaba concentrarse en su oración a los dioses. Temblaba. Sus pasos acercándose, retumbando. No sabía si estar sentado o de pie. Finalmente entró.

Me levante, y el sonreía. Cruzo la distancia en un pestañeo, tomo mi mano. Estaba nervioso, yo lo estaba. Pero con el paso de los besos solo quise que me tomara. Tomo el paso de las caricias me termino desnudando y dejando a Teseo en carne viva contra la mía. Lo deje tocar cada punto de mi ser, y entonces sentí uno de sus dígitos acariciando el portal a mis entrañas.

Nunca supe por qué sabía de ese suave procedimiento y si quizás el alma de alguno lo había poseído. Pero eso fue solo un pequeño preámbulo, el abrió mis carnes con su pasión, como si fuera una res marcada a fuego vivo, el dolor se extendió hasta la punta de mis pies. Pero aguanté, lo sentí agitarse como un animal embravecido. Su espalda corcoveó  y mis caderas lo recibieron. Le sentí entrar y salir de mi cuerpo, tocando partes que jamás conocí, llevándome entre el dolor a sentir un placer indomable, en el cuál mi voz acunó sonidos que desconocía.

Cerré los ojos, me sentí enloquecido de placeres que solo podía comparar con la ambrosía de los dioses. El lecho sonaba ante la fuerza con la que Teseo poseía mis bajos, le arañé la espalda y casi me descontrole dejando salir mis quejidos de satisfacción.

Se movió con locura y no pude evitar soltar mi orgasmo sobre nuestros vientres. Mis carnes se apretaron y diciendo mi nombre en una tortuosa faena el lleno mi cuerpo de toda su lujuria. El líquido caliente lo sentía recorrer dentro de mi, y más que molestarme, me hacía sentir completo.

- Agora - Musito en mi oído.

- Teseo... - 

- Mi luna, que primero se sequen los mares, antes de dejar de amarte - 

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