bailando el castillo ambulante

 En un lugar atestado de monos, podría un hechicero dejarse llevar por el momento de ensoñación que quería. Sonaba un vals, una música suave y llena de sueños. Extendió su mano hacia quien tenía ojos del mar y sonrió en una mirada que no ameritaba palabras.

- Bailar? Aquí? Contigo? - El peliblanco sonrió pero eran los nervios que le comían el estómago mientras veía otras parejas seguir su ejemplo.

- Sí, dame en gusto por ahora....quiero escuchar tus pasos y grabarlos en mi memoria - La mano fue recibida, afianzando con la otra las caderas ajenas.

El violín seguía cantando su enérgica melodía mientras sus cuerpos acompañaban los acordes hasta el ultimo soneto. Quizás es algo tonto para cualquiera, pero si tuviera un deseo antes de morir, sería ese.

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