mal humor

 Estoy enamorado de una persona que es difícil de sobrellevar.... - Pensó el pelinegro mientras miraba a un chico echado en una mesa con la mirada perdida en el infinito que estaba muy lejos de su alcance.

El paso resuelto de Suguru para acariciar su palma en un acto de reconfortar ese estado de ánimo le produce algo que lo hace enojarse consigo mismo y la quita de inmediato sorprendiendo al pelinegro que estaba perplejo de esa forma de rechazo que recibía.

- Satoru... - Suspiraba mientras se sentaba en frente de él, solo para recibir otra negativa de los ojos azules rehuyendo los suyos. - Sabes que puedes decirlo, no? - 

- No pasa nada, solo no quiero estar con nadie - Musitó mientras posaba una mano sobre sus azules y se recargaba en el banco para que su rostro estuviera en dirección al techo de la habitación que en esos momentos se estaba volviendo sofocantemente pequeña. Después de todo no estaba seguro de que quería, pero la amabilidad de Suguru le provocaba dañarlo y eso hacía que se sintiera horrible.

- Quieres que me vaya...? - Era una frase que le provocó al peliblanco algo parecido a las ganas de vomitar, lo cual le llevó a sostener un trozo de la ropa ajena y soltarlo de inmediato - Me quedo? - 

- No....Sí....no sé - Se mordió el labio mientras sus puños se cerraban y le daba la espalda, se sentía estúpido con ganas de empezar una pelea y al mismo tiempo quería que Suguru le abrazara y disipara los demonios que jugaban con su mente y su corazón.

El pelinegro simplemente tomo una silla y se sentó mientras le miraba con preocupación al saber que solo podía estar y no decir nada que aliviará los monstruos que amenazaban ese corazón curtido de heridas imperceptibles para el ojo humano. Porque el dolor merece ser sentido, aunque no sepamos cómo - Estaré aquí... - 

- Deberías tener algo mejor que hacer que estar acá, no? - Espetó después apretó los labios como sellandolos para impedirles herir a su persona amada.

Suguru se levantó de la silla donde estaba, mientras el chico de ojos azules pensaba que haría lo correcto y lo dejaría con su veneno o que simplemente le recriminaba que estaba siendo un idiota, pero de pronto sintió unos brazos conteniendo ese mar que rugía y ebullía de emociones, simple, unos brazos fuertes contenedores de todas emociones sin palabras, dejo que estos lo sostuvieran en ese silencio incomprendido, cómplice, necesario - Por qué no me golpeaste? - 

- Te lo mereces.... - La voz de Suguru era relajada, al punto que hacía que su marea se tranquilizara - Pero...ahora mismo solo deberás soportar esto - No quería darle vueltas a un asunto que sabía que al peliblanco le dolía expresar, eran miedos, eran inseguridades, era debilidad y quizás lo mejor que se le ocurría era abrazarlo.

Esta vez tuvo que apretar y reprimir ese llanto que amenazaba salir desde su pecho ¿Cómo podía este chico siempre saber que hacer con su odiosa personalidad? Se dejo hacer en silencio, hasta que su mar terminó de calmarse - Quiero algo dulce... - 

Suguru sonrió mientras lo soltaba y le daba espacio, le golpeó la cabeza de manera cariñosa mientras se estiraba poniéndose de pie - Quieres un pudín de caramelo? - 

- Me lo traerás? - Su voz al fin salía más animada.

- Claro que no....ven al comedor o me lo comeré yo - 

- A ti no te gustan las cosas dulces.... - 

- Pero sé que solo queda uno y te jode que sea yo quien me lo coma - 

- Eres hombre muerto - Se levantó de su asiento y pasó un brazo por los hombros del pelinegro - Gracias.... - Fue lo último en decir antes de caminar delante de este en dirección al área de comedor.

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