La muerte hace más que llevarse almas



La muerte llevaba siclos trabajando, pero cada vez que se llevaba un alma se daba cuenta que los humanos no tenían muchas razones buenas y puras que recordar, por ese motivo comenzó una idea. Quería dar algo de felicidad y paz que recordar antes de irse, antes de que la vieran y una cosa que les haga recordar que no todo es lo que parece, que su mala fama estaba ocultando su bondad.

Con ayuda de los eternos, escogió un día. Un día en que supieran agradecer el regalo de la vida y de sentir felicidad. Luego miro su traje negro noche, y no le gusto. Pensó y pensó, y fue entonces que recordó la sangre. Roja y llamativa para todo humano. Luego recordó el Blanco, el color de la nieve, de las nubes, de las alas de un cisne. Después con esos dos colores en mente hizo un traje. Pero aun le molestaba su cadavérica fas, por lo que se cubrió con una barba blanca.

Así cada vez que fuera ese día, iba casa tras casa repartiendo pequeños objetos, pequeños regalos que a veces ni los humanos se daban cuenta, porque el más que cosas materiales, que a veces dejaba...les regalaba lo más preciado, tiempo.

Con su capacidad de aparecerse dentro de las casa nunca tuvo problemas. Los renos, los duendes y todo lo demás son rumores que hizo correr. Para el fue vital dejarles algo a los humanos, algo que creer.

"Necesitas creer las mentiras pequeñas para creer las grandes.
Sino, pulveriza el universo hasta el más fino polvo. Pásalo por el más delicado cedazo y muéstrame un átomo de justicia, una célula de misericordia.
Los humanos necesitan creer que eso existe"

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